22 de junio de 2016

Fin de curso

Con la misma pasión ausente con la que ha intervenido durante casi sesenta sesiones, ha despachado la jueza este circo.

Samantha hastiada. Samantha ausente.

No hay golpes de mazo en la vida real y los 'visto para sentencia' son apenas una coletilla que se pierde entre citas de anexos, sumarios  y 'respetuosas' protestas.

No ha habido nada de respetuoso en este juicio manchado por la avaricia, la pretendida impunidad y la peste a cloaca del Estado. 

Ha terminado Nóos con el espectáculo de los alegatos finales de las partes. Las defensas han lanzado sus S.O.S al tribunal intentando, más que convencer a las juezas de las bondades de sus defendidos, abrirles los ojos ante la maldad del que acusa. Como si no se hubiesen dado cuenta. Juicio de poca defensa y mucha crítica y chivato.

El caso Nóos ha pasado factura a todos. Seis meses en los que las batallas personales se han mezclado con las corruptelas. Y todo tenía su consecuencia en la sala. 

Un alegato final no es todo el juicio, pero sí un pequeño espejo, una foto del curso. Y así hemos podido ver quién ha estudiado durante los trimestres, quién lo ha llevado con pinzas y quién ha ido solamente a ver pasar la vida. 

Entre los primeros, Manuel González Peeters, abogado del acusado más aplicado. Diego Torres. Su 'speech' definitivo no ha defraudado: un poco faltón, a ratos agresivo, otros entrañable. Siempre con humor (ácido) afirmando, incluso, que quienes acusaban a sus clientes "habían sido abducidos por la ciencia infusa", tirando de ingenio "Me siento como James Stewart, desarmado frente a todo". Definiéndose a sí mismo mejor que nadie "yo no doy puntada sin hilo". Él cree en la inocencia de sus clientes más que ellos mismos, se ha implicado hasta lo personal, hasta rozar casi lo enfermizo. Ha hecho suyo este caso porque, en parte, se le ha ido parte de la vida en ello. Bravo, Peeters. Buena pieza.

Mario Pascual Vives estuvo brillante. A la chita callando, como es él. Pasando desapercibido ha llevado una defensa difícil, porque difícil es la tarea de enarbolar una bandera raída y sin emblema. Dejó claro que su cliente ha recibido por todas partes, que si también han dejado a alguien solo frente al peligro, ha sido a Iñaki Urdangarin. Juzgado socialmente antes de que enero llegara con togas y puñetas. Casa Real le dio la espalda. Intentaron pactar a destiempo y sin suerte. No tuvieron buena mano con las cartas y todo pinta como pinta. Mal. Pascual Vives defendió la inocencia del exduque, pidió su absolución y condenó a quienes condenan rápido y preguntan después. También dentro de casa. Bien, Mario. 

Y como pasa en todo curso, siempre hay quien promete mucho al principio, pero luego se desinfla. Pau Molins ha estado y no. En realidad, la defensa de la Infanta (el batallón formado por hasta cinco letrados diferentes que se han sentado en la bancada) ha participado de lejos en el juicio. Como el que no va con él la historia. Como el alumno que sabe que le tienen que aprobar a fin de curso porque la reforma de turno le salva de repetir. Como el que sabe que papá pagará otro colegio si le echan de este. Ni uno solo de los magistrados ha estado al 100%, ni los del bufete de Palma. Preguntas, las justas al resto de acusados, testigos y peritos. El alegato final de Molins parecía ajeno, expuesto sin pasión, con la cabeza en otra parte... y torpe, muy torpe. No se puede excusar a Doña Cristina argumentando su apretada agenda de madre trabajadora (como si fuese una más) ni, desde luego, apelar a que todos, incluídos jueces y abogados, firman miles de documentos sin leer. El bochorno en la sala y el tribunal ha sido evidente. Si hay condena para la hermana e hija de reyes (que lo dudo), tendrá mucho que agradecer al barcelonés. Hoy, el último día, ha sido el primero en que la Infanta ha tenido a un amigo en la bancada de público. Lorenzo Caprile. Un maestro del alfiler incapaz de coser la tristeza de su amiga, sola, arrinconada por una Familia a la que ya no pertenece.

Este juicio se ha llamado también "Juicio Infanta", y ha sido su abogado el que ha querido declamar a Einstein y Cicerón y reivindicar que "El Derecho todavía no ha muerto", que la ley es igual para todos y que "no se debe aplicar para beneficiar a nadie, pero tampoco para perjudicar a nadie".

Si algo saco de estos seis meses es que, efectivamente, la ley es igual para todos, pero eso no significa que todos seamos iguales ante la ley. Que las caras de alivio de juezas, abogados y acusados hoy, al terminar este suplicio, reflejan que la capacidad de maldad de algunos es infinita, pero la de aguante, limitada. Ya no se podía ver más mierda.

Y, dentro de las heces, una burbuja y una reflexión. Antes de que los ascensores separaran a los 17 acusados de su destino y de Son Rossinyol, Mercedes Coghen se despide de un compañero periodista y servidora. Le pregunto por su abanico, agitado con énfasis en la sala. Un abanico que rezaba "HOLA EVERYONE" con el logo de Madrid 2016. Su candidatura maldita, la que le llevó al banquillo. Por la que puede ir a prisión cinco años. Ni el fiscal quiere realmente que acabe entre rejas... pero ahí está.

Ella, digna, sonriente y tranquila (como cada día de estos seis meses) vuelve a sacarlo del bolso, lo acaricia como quien toca una foto antigua, reconoce aquélla como una de los mejores momentos de su vida y me dice:

-Es que, al final, uno tiene que sentirse orgulloso de lo que ha hecho con orgullo.

El mejor y peor veredicto, el de uno mismo.


14 de mayo de 2016

Divide et impera

Subo a un taxi. El día está soleado y agradable en Palma salvo por ese viento húmedo que, a rachas, cala hasta los huesos. Apenas son doce minutos hasta Son Rossinyol, pero no suele ser un destino al que ir en taxi si uno tiene aspecto de turista, como yo, así que el conductor me interpela:

-¿Qué va? ¿a lo de la Infanta?.

Contesto afirmativamente y, a partir de ahí, el señor taxista me pregunta sobre el futuro. Ya saben, si irá al trullo o no. Él cree que no porque los que roban de verdad, siempre se van de rositas y esas cosas.

- Y esa rubia,-me dice-, esa si que tiene un buen par de cojones, con perdón. Por eso se la quieren quitar de enmedio.

Los tiene, los ovarios. Los tiene para sentar a una Infanta de España en el banquillo y para soportar las presiones. Así que le doy la razón a este señor que me deja en la puerta de la Escuela Pública de Administración Balear con una sonrisa y la cabeza llena de pensamientos.

Han pasado tres meses justos desde el inicio del juicio y yo no puedo estar más confundida, más alucinada. Más espantada. Nada es lo que parece y los cuchillos vuelan en una sala en la que las cuatro cámaras que hay no captan ni una décima parte de lo que pasa. La tanda de testigos está a punto de terminar y quedan las periciales y las conclusiones. Si antes se movían los abogados, ahora no hay quien los pare.

Pienso en el gusto que tienen algunos letrados por manejar a la prensa a su antojo. Alguno, les doy mi palabra, ha llegado a pedirme que no cuente cosas negativas sobre su persona, que bastante tiene, llegando incluso a la amenaza velada.

-Por favor, olvida esto último. No me lo tengas en cuenta.

Y te quedas con cara de póquer, porque no entiendes cómo se puede tener tanta jeta y un concepto tan errado de la labor del periodista.

Nos hemos convertido en sus juguetes, o eso piensan. A veces, desde luego, lo consiguen. Ejecutan a la perfección la máxima 'Divide et impera' porque son conscientes de que buena parte de la sentencia se juega en el periódico, radio o tele de turno. Así que se deslizan por los pasillos y por los guasaps dosificando la información en su propio beneficio y, si es el caso, en el de su cliente también.

Al principio, no se lo voy a negar, es hasta divertido. Es curioso cómo cada uno tira de sus armas y cómo entre nosotros, los compañeros, miramos con recelo al prójimo sabiendo que cada uno tiene una pieza del puzzle. Pero como parece que somos así en el gremio, para qué juntar todas las piezas cuando puedes quedarte con un pedazo exclusivo (aunque insuficiente). Para qué entender toda la historia si uno puede apropiarse de la introducción, del nudo o del desenlace y sacar pecho.
Y ellos, los de las togas, se frotan las manos.
Pero llega un momento en que la diversión, la sonrisa, se convierte en una mueca de hastío porque una ya no sabe quién es quién. La misma sensación que en la última temporada de Perdidos. ¿Cuántas piruetas más van a hacer? Una más y al garete todo.
Son capaces de pactar con el diablo, de mentir, de jugar a agentes dobles. Buscan la victoria en una guerra de desgaste y creo que, si ahora volviera a subirme a ese mismo taxi, le comentaría a ese conductor tan agradable que nada es lo que parece, que los protagonistas han dejado de ser los que se sientan en el banquillo de acusados, y que si alguien tiene cojones, ovarios o ambas cosas, es quien está dispuesto a mantener la integridad y no perder la perspectiva a costa de una pieza del puzzle.

¿Saben? a lo mejor no todos servimos para esa guerra.

No me lo tengan en cuenta.



3 de mayo de 2016

El abogado de Diego Torres pide a la Audiencia Nacional ser acusación popular contra MANOS LIMPIAS

Y siguiente golpe. Al abogado del exsocio de Urdangarin no le ha bastado con pedir a la Audiencia de Palma que verifique las actas por las que Manos Limpias se personó en Nóos. En su ofensiva contra el sindicato de Miguel Bernad, Manuel González Peeters ha pedido a la Audiencia Nacional que le permitan personarse como acción popular contra Manos Limpias en la causa que tiene abierta en el Juzgado nº1 de Madrid el juez Pedraz y en la que se investiga a Ausbanc y al líder del sindicato que ha llevado a la Infanta al banquillo de Nóos.

En un escrito al que ha tenido acceso este blog y laSextaNoticias, González Peeters asegura que su parte (defiende a Diego Torres y a la mujer de este, Ana María Tejeiro) tiene "condición de perjudicado por los desmanes (...) deliberadamente ejecutados por el pretendidamente dicho SINDICATO MANOS LIMPIAS"

La defensa de Diego Torres y Ana María Tejeiro acude a jurisprudencia, empezando por el auto por el que se admitió a trámite la querella presentada contra Banco de Madrid que legitima a la acusación particular en todo sujeto "ofendido" por la acción delictiva" y otros tres autos. Uno de la Audiencia Provincial de Castellón en la que se admite como acusación particular al Banco de Valencia, a la vez que le hace responsable civil subsidiario y otros dos autos en este mismo sentido dictados en la Audiencia Provincial de Pontevedra y en la Audiencia Nacional.

El letrado termina pidiendo "librar testimonio del auto del 18 de abril de 2016" por la que se estimó la prisión provisional sin fianza para el presidente de Ausbanc, Luis Pineda, y para el secretario general de Manos Limpias para incorporarlo, de este modo, en el juicio del caso Nóos. De este modo, no habría que tomarles declaración de nuevo, sino que aquello declarado ante el juez Pedraz se incorporaría en la causa que se juzga en Mallorca.

Esta petición del abogado se suma a la que ya realizó al tribunal presidido por la jueza Samantha Romero, el propio fiscal Pedro Horrach en una maniobra que se ha entendido como la última carta de la Fiscalía para librar a la hermana del Rey de escuchar sentencia.




2 de mayo de 2016

La conjura de los hombres de negro.

El cronómetro está en marcha y la actividad en la trastienda está siendo frenética. Hay letrados que tienen la Iberia Plus echando humo con tanto viaje Palma-Madrid-Palma. Son conscientes de que lo que se cuece en el Juzgado de Instrucción nº1 de la capital, es capital para lo que se está horneando ya en los tribunales de Baleares.

Pedro Horrach está quemando las últimas naves, menos cuidadoso ya con los pasos en falso, y se ha lanzado a los brazos de esta oportunidad que le ha brindado indirectamente el juez Pedraz. Es su última carta. Si la usa bien conseguiría un doble objetivo: cumplir el cometido de salvar a la Infanta (por devoción y/o por obligación) y despedazar a Virginia López-Negrete, a la que tiene ganas (jurídicamente hablando) desde hace tiempo.

A estas alturas de la película y con un mes de mayo dedicado a los testigos que quedan y peritos, cada vez son más quienes creen que la letrada de Manos Limpias no va a llegar a las conclusiones finales de junio y, por consiguiente, la Infanta tampoco. Falta un pulgar levantado de la Fiscalía Anticorrupción para que Horrach deje de sufrir "como un perro".

Así que los otros hombres de negro, los que lucen toga y, algunos, puñetas, han decidido conjurarse. Y comen, cenan, se ven a escondidas y entran por separado en la Escuela Pública de Aministración Balear, como dos amantes que temen ser descubiertos.

El ultimátum de Torres a Manos Limpias

Las cartas arriba (no todas), las tiene Manuel González-Peeters, abogado de Diego Torres. Su próxima jugada es pedir a la Audiencia Provincial de Palma que requiera a Manos Limpias el acta por la que el sindicato se personó en el Caso Nóos. Acta falsificada, según ABC. De confirmarse esta información, dice Peeters, el sindicato "ha de ser expulsado de este asunto" y le da 24 horas de ultimátum:"de no rendir cuenta de la bondad del acta, en un plazo que se aprecia no ha de ser superior a las 24 horas (...) ha de ser expulsado de inmediato, con las consecuencias a ello inherentes". Es decir, librar a Ana María Tejeiro, la otra defendida de González Peeters, de los 19 años y medio que Manos Limpias pide para ella. Y de refilón, liberar a la Infanta.

La información no tiene credibilidad para la letrada del sindicato que, en una nota, hablaba de esta como "una maniobra más de tantas cuya finalidad no es otra que apartar a la acusación popular de este caso para salvar a la Infanta y, de rebote, a Urdangarin".
Y deja caer que lo más jugoso está por llegar. Ahora calla por secreto profesional "pero el día que se levante, que se hará, tendremos mucha tela que cortar". Lo que no silencia López-Negrete es que la conjura de los hombres de negro tiene dos claros objetivos: "que yo me vaya y la Infanta quede libre y que Urdangarin negocie una mínima condena con el fiscal". 

Esto último, cuentan en trastiendas y mentideros, ya ha pasado y varias veces. Sobre la mesa, una jugosa oferta, pero esa ya se la cuento otro día.


23 de abril de 2016

Diario Nóos: De malabarismos y otras artes

La decisión estaba cantada. A nadie, creo, ha sorprendido que el Tribunal haya rechazado la petición de expulsión de Manos Limpias del "juicio Nóos". La presidenta del mismo, Samantha Romero, argumentaba en jerga judicial su decisión basándose en que las investigaciones que lleva Pedraz en Madrid están aún en pañales, así que ella va a seguir haciéndose la sueca.
Más allá de eso, lo que me interesa es lo que pasa antes de esa decisión y después. La conclusión que saco de esta semana es que el balón se está moviendo casi más que nunca. Es como un tiki-taka insoportable. Ahora tuya, ahora mía, ahora tú encabezas el acoso a Manos Limpias, ahora yo; ahora rajo con los medios, ahora les pido protección a cambio. Pim pam, pim pam. Ni los testigos consiguen reclamar la atención porque el foco está en las cabezas de los letrados y en sus estrategias.

En la distancia esta semana, seguir el caso ha sido como plantarse ante un capítulo de "La ley y el orden". Ha habido de todo: un conflicto entre acusaciones, unos conjuros entre defensas, una actividad frenética de rastreo en redacciones y una trama secundaria, la de los testigos.

En el último capítulo hemos visto a un fiscal sobrepasado, al que Nóos ha pasado factura y agriado un poco el carácter explotando con la acusación popular que representa Manos Limpias. Acusación contra acusación en las dos direcciones porque ahora es Virginia López-Negrete la que se plantea la querella animada, dice, por algún compañero del caso. También dice que no le gustaría llegar a esos términos porque le tiene "mucho aprecio a Pedro". Pues menos mal.

Previously, en la bancada de defensas el abogado 'prota', González Peeters,  había encabezado la 'cruzada antiManosLimpias' con el apoyo de todos los letrados de los acusados, excepto del de la Infanta. Esto ya era significativo, que se escudasen en preferir una libertad con sentencia para la hermana del Rey, antes que por KO del rival (sobre todo cuando se han dedicado a tirar piedras durante estos dos últimos meses). Pues bien, en este último capítulo se descuelga de la protesta del abogado prota, el del socio del cliente del abogado 'prota': Mario Pascual Vives. Pausa para publicidad. Recapitulamos: el abogado de Torres quiere liquidar a Manos Limpias en esta causa, lo que echa una mano a la Infanta de modo directo, pero también a otra persona: Ana María Tejeiro (acusada únicamente por Fiscalía y Manos Limpias). No parece raro que el Fiscal Horrach levante la mano con la mujer de Torres. Sin el yugo de Manos Limpias, Peeters 'salvaría' al menos a uno de sus dos clientes. . Y Urdangarin que querría lo mismo para sí mismo y su esposa, se adhirió al principio, pero luego va Mario Pascual Vives, su letrado, y no protesta contra la decisión de Samantha Romero de mantener a la acusación popular donde está.  ¿Por qué? .Y, por otra parte, la Fiscalía, en un apoyo 'indirecto' a Peeters, pide incorporar a la causa la información que se desprenda de la investigación a Manos Limpias, ¿Qué traman?. Para el próximo capítulo creo que tendremos la respuesta.

Y luego están ellos, los testigos. Secundarios con miga. El Conde de Fontao, dejó caer sin piedad a Iñaki Urdangarin y desmintió la versión dada por la Infanta Cristina en la primera temporada. La Casa Real no estaba al tanto de las actividades de Nóos, como el matrimonio de acusados se esforzó en repetir. "Las actividades privadas de los miembros de la Familia Real no las llevaba nadie", dijo el asesor legal de Zarzuela, José Manuel Romero quien, por otra parte, quiso cubrir su espalda y la de la Institución "Nunca supe que había una actividad ilícita sino inadecuada para el marido de una Infanta de España".
También están los expresidentes de los clubes de fútbol, los hermanos Roig. El primero, Francisco, reconoció que pagó 145.000 euros al Instituto Nóos porque quería arrimar el ascua a su sardina con la celebración de los Valencia Summit "me interesó colocar los campos de golf con esa gente importante". Sí, golf, que no sólo de fútbol vive el hombre.
Su hermano, Fernando, del Villarreal CF, también pagó. En su caso 600.000 euros por un informe de unas decenas de páginas para conseguir un contrato de patrocinio que nunca llegó. Y se enfadaron los dos, claro. Algo así como "que me devuelvan mi dinero". pero con la boca chica. Mejor no meneallo.

Como chimpún, Francisco Roig se dirigió al Tribunal con un "que sea corto", como quien desea una hora, también corta, a una parturienta. Aquí, don Francisco, las complicaciones han empezado antes de la dilatación, no le digo más.

21 de abril de 2016

Diario Nóos: Este muerto está muy vivo

En Palma sigue el festival. A veces parece que han tocado ya los cabezas de cartel, que ahora solamente queda paja antes del gran cierre. Pues no. Camuflado en la actualidad política y corrupta del día se cuelan unos cuantos temazos imprescindibles para recordarnos que todo, lo más importante, está por decidir.

Lo de este miércoles han sido muchos fuegos artificiales y jugadas agazapadas tras el humo. Para variar ha sido el abogado de Torres, el incombustible, el imprevisible, el explosivo Manuel González Peeters, quien ha tomado la iniciativa. Quería dar el golpe un día en que, sabía, la sala de vistas tenía la atención de los medios con la presencia del Secretario de las Infantas. Ha pedido "plantear una cuestión referida a una expulsión de Manos Limpias" como parte en el juicio. Ni terminar la frase. La jueza Samantha Romero ha enseñado pronto la primera carta. A González Peeters no le pasa una. "Lo trataremos al final de la sesión", y punto.
El runrún estaba ahí, en las calles, pero sobre todo en las redacciones. Mientras la vida pasaba en la sala, con sus preguntas y sus respuestas, fuera se armaba la marimorena. No hay precedentes judiciales ante una petición de ese tipo, así que el abanico de posibles consecuencias se abría a medida que se consultaba con expertos. Uno de ellos me confesaba sorprendido "esto no es usual ni lógico" y me recordaba que es imposible que se expulse a Manos Limpias del 'juicio Infanta' sin que se disuelva antes la organización como tal o se declare ilegal.  
Hecha la petición, se levantaron las cartas. Las defensas presentes se adhieren a la iniciativa del abogado de Diego Torres a excepción de la de la Infanta. ¿Qué sentido tiene que se queden al margen cuando han intentado hasta la saciedad que se deslegitime a Manos Limpias como acusación antes y durante el juicio?. De cara a la galería y parafraseando a la magistrada Romero, porque estamos ante una "investigación embrionaria". De puertas adentro, se reservan hacerlo cuando desde Madrid se de la puntilla al pseudosindicato. Otros abanderan una lucha que ellos llevan haciendo, sobre todo en la sombra, desde hace meses y quedan con sus manos limpias ante aquellos que les acusarían de querer ventilarse a los únicos que quieren ver a la Infanta en el banquillo.
La juez, a la frase y media de alegación de González Peeters, saltó deseosa de resucitar al muerto y decir lo que, parecía, llevaba desde las nueve de la mañana queriendo soltar acerca de la 'Operación Nelson' y su relación con Nóos: "No tenemos una sentencia firme contra nadie y la presunción de inocencia lo es para todos", además de lanzar puyas como "parece más importante lo que pasa fuera de la sala y eso no se puede tolerar" o el toctoc a Madrid: "este Tribunal no ha sido informado de nada" respecto de "esta investigación embrionaria de la que no tienen conocimiento ni se le ha dado traslado". Ahí iba el toctoc a Madrid. Otro hachazo fue para empequeñecer la petición de Peeters "por acotar, usted postula la expulsión de una parte, en base a una investigación embrionaria (sí, otra vez) y un auto con indicios", a lo que Peeters contestó calmado pero rápido recordando "hay dos personas en prisión".


Pero si hay reacciones destacables, son las de la bancada de las acusaciones. El Fiscal Horrach pidió tiempo pero, ante todo, información. No sólo la referida al Caso Palma, al presunto intento de chantaje para exculpar a la Infanta, sino (y esto es lo que más me llama la atención por las consecuencias que pueda tener) aquella información que aporte el juzgado de Pedraz sobre las cuentas de Manos Limpias y su financiación. 
Por otro lado, la Agencia Tributaria. No se adhiere a la iniciativa de González Peeters, pero cuando la letrada Mercedes Ripoll intentó elaborar su argumento, la jueza se lanzó a su yugular y se enzarzaron en una discusión desigual, en la que la Samantha Romero acusó a la abogada del Estado de "falta de rigor". De ahí para arriba. 
Y por último, de la bancada acusatoria, había que escuchar a Virginia López-Negrete que en sala, sin embargo, ha defendido la legitimidad de Manos Limpias, ha recordado que no está imputada y que ella va a seguir porque puede. Fuera, por cierto, ha dejado caer la bombita. Piensa en la posibilidad de quejarse a los superiores del Fiscal Horrach porque este, dice, le llamó chantajista y extorsionadora. El incidente, que ocurrió el martes por la tarde durante un receso, ha querido ser aireado, entre otros, por la letrada que reclama ahora la empatía y apoyo del Fiscal Superior de Baleares, Bartomeu Barceló. El 'día D' ya imploraba casi el auxilio del Tribunal, ausente durante la trifulca. "¡Que salgan las magistradas!", pedía una ofendida López-Negrete. Esto último no funcionó, pero sí consiguió volver a dejar a Pedro Horrach 'a los pies de los caballos' ante la opinión pública que compra la tesis de que ha mutado de fiscal a abogado defensor.

Las magistradas dijeron que decidirían sobre ello. La respuesta probablemente la tengamos hoy pero, así las cosas, parece claro por dónde van a ir los tiros.


 García Revenga, el rechazado 

Y a todo esto, el secretario de las Infantas en la sala de vistas declarando que en la Casa de Su Majestad el Rey, también se cuecen habas.  Hasta el punto de que "le puenteaban". Alberto Aza, sin ir más lejos, Jefe entonces de la Casa.
García Revenga ha empezado plano, pero ha dejado algunas subidas de montaña interesantes. Como que no se reportaba a la Casa Real de los movimientos del Instituto Nóos, como en su momento aseguraron Iñaki Urdangarin y Diego Torres. A preguntas de Mario Pascual Vives, que antes, viendo por dónde iban los tiros (tal vez sorprendido), había pedido un receso "para poner en orden mis ideas", García Revenga, como mucho, solamente llegó a reconocer que Urdangarin "algún comentario haría" a la Casa Real sobre sus actividades empresariales.
¿Qué hacía? pues, entre otras cosas, recopilar datos para hacer la declaración de la Renta de la Infanta Cristina (que luego enviaba a Federico Rubio). No la de Urdangarin, con quien sí hizo este proceso en el primer año del matrimonio. La de Urdangarin la remitiría, directamente, "su asesor fiscal", es decir Miguel Tejeiro.
El testimonio de García Revenga ha sido el de alguien leal a sus Infantas, pero que no ha querido en su declaración casarse con nadie. En su momento ya hizo todos los favores que le pidieron sin un mal gesto, como el de convertirse en Secretario del Instituto Nóos para evitar "que se pusiese" a la Infanta Cristina en un puesto relevante.
Revenga, el secretario fiel al que han pagado desde Casa Real con la más absoluta de las indiferencias.



19 de abril de 2016

Diario Nóos: Donde dije digo, digo Nelson.

Si este caso y este juicio tienen un color, es uno muy turbio. El marrón oscuro casi mierda. De esa que no sale ni con arielita. Ni frotando antes. Y como todo en esta vida, la mierda sale a flote. Más tarde que temprano, aunque demasiado pronto para la acusación popular de Manos Limpias. Porque sí, Manos Limpias está personada en esta causa, mal que le pese a Virginia López-Negrete, la aguerrida letrada que ahora reniega de su cliente como los tres portazos evangélicos de Pedro. 
López-Negrete lo niega todo pero lo cierto es que cada día que pasa desde el viernes maldito (o bendito, según se mire) sus tacones suenan cada vez más lejanos. Ya no hay conversaciones distendidas al lado de la máquina de café, ni ganas de conexiones en directo por doquier. La letrada prefiere refugiarse en su burbuja y, en todo caso, los platós-territorios amigos. Eso sí, no hay que negarle que a su llegada a la EPAB atienda a la prensa, aunque ya haya preguntas que no le hagan tanta gracia y le salga la vena del norte. Fría y cortante. 

Los testigos de hoy eran lo de menos (con todos los respetos) y miren que mañana se presenta interesante el día con Carlos García Revenga, secretario de las Infantas, sentado frente al tribunal. Se espera que respalde a Cristina de Borbón e Iñaki Urdangarin y deje caer algún rejonazo sobre la Casa Real que le ha dado la espalda y que le sacrificó desde el minuto uno. 
De todo eso hablaremos mañana, pero hoy lo que se cuece está en otro sitio. Está en un bufete de abogados con solera en Barcelona, está sobre la mesa en la Audiencia Nacional del juez Pedraz, en Madrid. Está entre rejas, en Soto del Real y, por encima de todos, está en el lugar donde se asienta la inquietud de Virginia López-Negrete. A ratos en el banco de la esquina, en la tercera fila de las acusaciones; a ratos en un apartamento frente al paseo marítimo de Palma. Apartamento prestado, como ella en el juicio ahora.

Todo el mundo le pregunta y ella juega al despiste. Tal vez porque no lo ha decidido siquiera, o tal vez forma parte de una estrategia ya pensada y asesorada. El caso es que, hoy día, a la Infanta no le quita nadie del banquillo salvo que ocurran dos cosas: que se disuelva Manos Limpias por orden judicial (poco probable) o que Virginia López-Negrete (o el letrado que la sustituyese, si eso ocurriera) decidan retirar la acusación. Aquí está la clave:  en qué demonios tiene pensado hacer Virginia López-Negrete. 

La letrada se debate entre su deseo-ego-obsesión desde hace cuatro años y la supervivencia. En el primer escenario, tendría que aguantar hasta el final. Cierto es que apenas faltan dos meses de juicio, pero es consciente de que las presiones, ahora más que nunca, van a ser insoportables. Si hay algo reprochable hacia su persona y si la 'operación Nelson' le salpica de alguna manera, pueden estar seguros de que va a salir de aquí a junio. Tanto eso como los rumores acerca de que ha quitado la imputación a Miguel Tejeiro a cambio de dinero. En un comunicado, por supuesto, descartó esta última maniobra que justificó en base a su "estrategia procesal", anunció medidas legales contra aquellos que apuntaran en esa dirección y se cuidó mucho de definir su actuación antes, ahora y en el futuro como "impecable, legal y profesional hasta el final".
Pero ¿qué final?. El otro escenario posible, el de la renuncia a la acusación, no parece tan improbable y prueba de ello es que la letrada deja abierta una rendija de esa puerta a algunos periodistas que, sabe, no van a guardar el off the record. En este segundo escenario, Virginia López-Negrete perdería el caso de su vida a cambio de su vida, de salvar los muebles. De no menear la mierda que huele peligrosamente próxima. Quedaría como una mártir que renuncia en pro de un sindicato que ha jugado con ella y con los españoles, con la justicia. Ganaría ella y ganaría la Infanta. Su defensa tendría lo que quiere, a su cliente fuera de sentencia. Y aquí paz y después, gloria.

En estos días en los que una se pone a rastrear hemeroteca como loca, se encuentran joyas y malas bromas del destino. Como ese artículo de hace dos años y medio en el que Virginia López-Negrete posa para la foto con un Miguel Bernad que muestra sus manos, dice, limpias. En la foto ella tiene una sonrisa forzada, de sí pero no. El artículo de El Mundo, para regocijo del amante de las casualidades, lleva la firma de Javier Castro Villacañas. El mismo Javier Castro que, a la postre, sería el director de Comunicación de Manos Limpias, ahora en libertad pero después de haber sido detenido en esta 'operación Nelson'. 


Foto tomada por J.Castro Villacañas en enero 2014


El Destino vence al más fuerte. Suena 'O Fortuna' mientras escribo esta entrada. Casualidades.





16 de abril de 2016

Diario Nóos: La traca valenciana también era esto

Y Valladolid se coló en el mapa valenciano. Las agallas, los tacones, las californianas y la eterna sonrisa llegaban poquito antes de las nueve a Son Rossinyol. Como siempre, con el tiempo justo pero suficiente para atender a la prensa. Lo peor, pensó, había pasado el día anterior y ella ya está acostumbrada a "las campañas de desprestigio". Su nombre, aunque no el de Manos Limpias, había conseguido mantener el problema a cierta distancia. Con suerte, el Francisco Camps al que estamos hechos le haría el favor de desplazar definitivamente la peste.
Pero lo que no sabía Virginia López Negrete era que después de su desayuno con vistas al mar, todo iba a ir cuesta abajo. Miguel Bernad, su cliente, el mandamás y alma mater de Manos Limpias, las pasaba canutas porque unos agentes de la UDEF le pintaban en la cara la duda de la extorsión. Lo que no sabía Negrete, aún a esa hora, era que la defensa de la Infanta -a través del explosivo Pau Molins-le iba a arrojar a la cara todas las miguitas de pan que durante el juicio oral habían ido dejando por el camino: que la extorsión no se queda en Madrid, sino que se hizo carne en Palma. Molins, que ayer parecía el escogido para estrellarse en pro del infantismo, soltó la bomba y proclamó a los cuatro vientos que Manos Limpias le propuso pagar "una cantidad desorbitada de dinero", a cambio de retirar la acusación sobre Cristina de Borbón. Una vez activado el aspersor de mierda, los pasillos del juzgado improvisado (la EPAB) durante los recesos parecían un sketch de Benny Hill. Periodistas para arriba y para abajo, abogados quemando el móvil, conversaciones de esquina. "¿Y Virginia? ¿dónde está Virginia?". La letrada se hacía fuerte dentro de la sala, sin querer salir a pesar de los compromisos que tenía con algunos periodistas. Consciente de la gravedad del asunto y de que su castillito, construído a base de tesón durante los años de instrucción y durante este juicio oral, cincelado gracias al juez Castro y los medios de comunicación se podía venir abajo. Que, ahora, desmarcarse de Manos Limpias se antojaba bien complicado, que su presa iba a conseguir salirse del punto de mira. Que la Infanta Cristina podría dejar vacío el banquillo de acusados, no gracias a la Fiscalía, a Hacienda ni a su (a veces torpe) defensa, sino por un gol en propia puerta. Y, como pollo sin cabeza, buscaba consejo (de algún periodista/amigo, incluso) e intentaba el imposible: la empatía de un tribunal que ya ha demostrado sobradamente que si algo le caracteriza, de momento, es su distancia, frialdad e imparcialidad. 
A tres minutos del fin del receso algunos pudimos sacar en claro algunas cosas: que si hubo intento de extorsión a la Infanta Cristina no se puso en conocimiento de la Fiscalía balear, lo que deja la historia en el tejado de la Audiencia Nacional. Que lo de que 'lo que haga tu mano izquierda, no lo sepa la derecha' se ejecuta a la perfección en el equipo de defensa de la Infanta y que, desde ya, López Negrete no depende de sí misma. 
Al final de la jornada, la letrada tiró del 'dientes, dientes' (sabe que no hay nada peor que mostrarle debilidad al enemigo) y quiso advertir de que ella va a "llegar hasta el final" en este juicio y que no va a "permitir que la Infanta se vaya de rositas". Pero sabe que está vendida. Aunque no lo diga, aunque aún se permita el lujo de brindar en su balcón frente al mar. 

A todo esto, mientras, a algún lugar de Ginebra llegó un ramo de flores inesperado. Habrá que recordarle a su dueña que, cortadas, duran más bien poco. 

Mientras tanto, Camps

Qué pena, porque mira que da juego este hombre. De no haber sido por Manos Limpias, lo de Francisco Camps ayer era un caramelo periodístico. El expresident de la Generalitat se puso el traje de luces y toreó. 
La fiscal Ana Lamas estuvo soberbia, sin dejarse arrinconar por el político (lo será siempre), dejando en evidencia que aunque iba de testigo (y obligado, por tanto, a decir la verdad), su relato era poco creíble. En resumen, que no sabía en calidad de qué acudía Iñaki Urdangarin a Valencia. Por no conocer, aseguró no tener nada que ver con las ediciones Valencia Summit, y eso que el dinero de sus valencianos se fueron en tres ediciones del mismo y que él mismo participó en dos de ellas. "Ya, claro", apostillaba Lamas.
Camps se refería al Caso Nóos constantemente como "el lío este". Subestimando los más de tres millones de euros que ese lío se perdieron por el camino. Obviando que un buen puñado de subalternos están en el banquillo por ese lío. No le preocupaba a Camps los contratos firmados con el Instituto Nóos, del que no escuchó hablar, porque su comunidad era entonces lo más. "Todo lo que pasaba en Valencia entonces tenía una gran repercusión", porque ustedes no lo saben y yo tampoco pero el centro del universo estaba allí. Sin exagerar, oiga. Tanto es así, que el hecho de que el duque de Palma (entonces), yerno del Rey de España (entonces), medallista olímpico y miembro del COE, era uno más: "Personalidades como la del Señor Urdangarin recibía a centenares".  De nada ha servido que la trama valenciana del caso, en bloque, haya intentado defender que los proyectos de Nóos se consideraron poco menos que vitales para la proyección de turismo y deporte en la Comunidad Valenciana.
A Francisco Camps, sin embargo, sí le interesaba destacar algo. Los Juegos Europeos. Bueno, los 'no Juegos Europeos', que nunca se celebraron. ¿Cómo es posible que ese evento SÍ lo recordara el expresident? ¿por qué tanta importancia?. No fue por la carta que el presidente del COE le envió y se empeñó en leer. Fue porque le venía bien para tirar el dardo a otro expresidente, Alberto Ruiz-Gallardón. Para el valenciano, los Juegos Europeos no se celebraron no por culpa de los dos millones de euros en facturas injustificables de Nóos. No. No se celebraron porque Madrid no quiso, porque Gallardón se empeñó en intentar en tres ocasiones sin éxito la sede olímpica "y nadie dice nada". Y ellos, como buenos hermanos, les dejaron "por patriotismo, por españolidad". 
Dos orejas, rabo y vuelta al ruedo.


14 de abril de 2016

Diario Nóos: órdago a grande

Había que tener la misma cara que valor en la época de derroche valenciano, tanto para pedir como para no dar. Y ambas cosas tuvieron sus consecuencias. Este miércoles declaraba la ex subsecretaria de Presidencia del Consell, Isabel Villalonga, y dejaba claro, con su "voz fuerte" y de fumadora empedernida, que gasta un buen par de agallas. Su actuación se enmarca en los fallidos Juegos Europeos. Uno de los proyectos que Urdangarin y Torres querían llevar a cabo en la Comunidad Valenciana, para los que estaba previsto una partida de 6 millones de euros. Un filón. El chollo se frustra porque aquí, en contra de lo que había ocurrido con los Valencia Summit, los socios se toparon con tres mujeres que dijeron tararí a las facturas que el Instituto Nóos quería colar. Esas facturas, que llegaron por mensajería en unas cajas, casi todas de golpe, "no tenían soporte documental". Vamos, que no había por donde cogerlas. Si pretendían cobrar casi 400.000 euros por un estudio de disciplinas deportivas y honorarios de especialistas, no aportaban ni documentación del estudio en cuestión ni tampoco soporte alguno de los asistentes (como en el caso de las 24 facturas que quiso colar una de las marcas de Nóos, Shiriaimasu). Y así una tras otra, hasta el punto que de tres millones de euros en facturas, Villalonga le dio boleto a casi medio centenar, de tal modo que únicamente se les abonó 382.203 euros. 'Únicamente' es un decir, no olvidemos que fue un proyecto frustrado.
Villalonga sabía que el cumplimiento de su trabajo y su rechazo a las facturas que no tenían ni pies ni cabeza, iba a acarrear consecuencias y por eso se cubrió la espalda. "No es muy normal rechazar dos millones de euros. Como sabía que me iban a preguntar me hice un guión" apuntando las justificaciones del rechazo a las facturas: "es que dirían 'o esta se ha vuelto loca' o me cortan la cabeza". Y así fue. Su superior, el entonces vicepresidente  Víctor Campos levantó el teléfono rojo "me preguntó qué problema había con la facturación del Instituto Nóos, yo le conté y él me dijo 'pues vale'". Dieron en hueso.

Rambla y su fascinación por el duque

El exvicepresidente de la Generalitat llegó enfundado en los impecables trajes azules que tanto se llevan en el bloque valenciano del Caso Nóos. Vicente Rambla se reunió en dos ocasiones con Urdangarin y Torres. La primera, el 30 noviembre de 2007, en un hotel de Castellón. Ahí, el vicepresidente de una comunidad autónoma sufrió la fascinación que produce el entorno Real en algunos. Rambla no recordaba muchas cosas de la conversación (a pesar de que tenía que ver con su puesto y la región a la que representaba), pero sí muy vívidamente llamó la atención fue "que el Señor Urdangarin llegó conduciendo el coche" y él pensaba que tendría chófer. "Tenía sentido que se hablara de los Juegos Europeos", pero eso no lo recuerda. Sí sabe que si esa reunión existió, no fue por su iniciativa. Sí lo fue, pero del Ayuntamiento de Valencia, concertar un segundo encuentro. En esta ocasión, unos meses más tarde, en la famosa comida en la que también estuvo la exalcaldesa, Rita Barberá. En esta comida se trataron "diferentes temas" pero "lo más notable de la comida fue la presencia de un miembro de la Casa Real" de quien pensaba, incluso, "que era miembro del COI".
Siguiendo estas premisas, cualquiera podría llegar a la conclusión de que el "Señor Urdangarin" acudía a esas reuniones con el aura de la realeza a cuestas y que ese era el motivo de que las puertas y las ventanas de los organismos valencianos se abrieran de par en par. Pues no. Vicente Rambla no podía salirse del guión marcado y así, a pesar de que todos sus argumentos delataban lo contrario, aseveró que el exduque "venía como consultor", no como miembro de la Casa Real.
Y como las mentiras tiene las mentiras muy cortas, un chimpún de Rambla explicando por qué nadie se preguntó en calidad de qué estaba allí Urdangarin. No hacía falta "Era un miembro de la Familia Real. No necesitaban apelativos". Y punto.





13 de abril de 2016

Diario Nóos. La sombra de Rita

No está en su mejor momento. Hace tiempo, tal vez, Barberá se habría parado ante los periodistas, habrá tirado de requiebro, de voz grave, cazallera y de pronunciación ininteligible. De ese punto espontáneo que hoy ni siquiera el fiscal Pedro Horrach ha podido negarle. Pero Rita ya no es ni la sombra de lo que un día fue.
La exalcaldesa ha llegado arrastrando marca, abrigo, bolso y pañuelo (¿de Hermès?). Torpe, lenta, cansada. Sola.
No se esperaban sorpresas en la sala de vistas (la orquesta valenciana ha ensayado el pasodoble y lo está ejecutando a la perfección), pero sí unas palabrillas 'made in Rita' ante los micrófonos. Un caloret faller, un qué se yo. Cero. No está el horno para bollos.
Barberá ha vuelto a declarar lo que en su día le dijo al juez José Castro. Tal vez eso revisaba en la sala reservada a los testigos, su declaración punto por punto. O a lo mejor le echaba un vistazo a los otros asuntos Taulescos que tiene en ciernes, vaya usted a saber.
Ya en la sala Barberá ha comenzado irreconocible. Nerviosa, apurada, toqueteando el bolso, ahora abierto, ahora cerrado. Ha pedido agua. Ni con un largo trago ha conseguido vocalizar en condiciones. Su primera frase ha sido un retrato: Grau y ella han roto. Del todo. Antes amigos, colegas, compañeros. Ahora no "por razones que no vienen al caso". Y para escenificar la ruptura, una piedra en el tejado del más vulnerable, del acusado Alfonso Grau en quien Barberá descarga las responsabilidades de contratación del Instituto Nóos de Iñaki Urdangarin con el consistorio valenciano.
A pesar de que despachaba con el vicealcalde frecuentemente, Rita Barberá ha vendido su moto de desconocimiento total de las condiciones y precio, por ejemplo, de los Juegos Europeos. Básicamente que ella "nunca he dado una sola instrucción, una sola orden, una recomendación o una firma" para contratar  con Nóos, pero sí ha querido remarcar que la sociedad del exduque y el socio se vendía como un Instituto sin ánimo de lucro capitaneada por un hombre, Urdangarin, con prestigio deportivo y fuertes vínculos con entidades deportivas. Pero a pesar de ese interés en que se tratara de una sociedad de ese tipo, sorprende todavía más que no tuvieran en cuenta si, a la postre, esos ánimos resultaron o no de lucro: "no era mi misión" , sentenció Rita Barberá.
Tampoco habló con el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, de estas actividades "positivas" para Valencia presentadas por Iñaki Urdangarin y Diego Torres, o al menos "no formalmente". 

Las reuniones con Urdangarin y Torres

Rita Barberá ha perdido la memoria. No reconoce cartas firmadas ni mails pidiendo un cable para Nóos "entraban a centenares todos los días", pero sí afirma que se reunió en su despacho con Iñaki Urdangarin y Diego Torres. Lo hizo, no motu proprio, sino porque se lo pidió alguien tan respetable como el ya fallecido Juan Alfonso Samaranch.  Tomó la palabra el exduque quien "habló de hacer unas jornadas en Valencia, pero tampoco concretó nada. Eran ideas y había que estructurarlo". 
No sería la única reunión. Hubo una comida en el Restaurante Albacar en la que el entrante fueron los Juegos Europeos. A esta comida Rita fue convocada y acudió por compromiso, "por cortesía" como alcaldesa de Valencia que era.
Pero no hubo reunión en Zarzuela, no con Torres y Urdangarin en la misma ecuación. De eso sí se acuerda Barberá que se desentendió de Nóos, de la Fundación Valencia Convention Bureau y de CACSA en lo relativo al Instituto, a pesar de que Grau le llevara los papeles al mismísimo despacho. Eso no era de su competencia y ha llovido tanto desde entonces que no puede o no quiere recordar "es mucho tiempo y mucha vida", lamentó Rita.
Y se marchó. No salió del edificio hasta que se aseguró de que el taxi le esperaba ya en la puerta. No es nueva. Su colgante, un trébol de cuatro hojas, brillaba revelando el oro bueno del que está formado bajo el sol de Palma.Invocando a la buena suerte, Barberá de momento ha conseguido ver los toros desde la barrera. Por ahora, tiene al más poderoso de la cuadrilla siguiendo la faena en el callejón. De Nóos se ha librado, pero habrá que ver si tanto pitufeo no termina por llevar a la otrora socarrona y vivaracha alcaldesa al desolladero.


16 de marzo de 2016

Diario Nóos: El soufflé Tejeiro

O Peeters lo ha conseguido, desactivar al testigo clave y achantarle, o Manos Limpias había vendido humo o todo a la vez. Miguel Tejeiro llegó, después de un fin de semana en el que su abogado Cristóbal Martell tuvo tiempo de aleccionarle. El asesor fiscal venía con la idea clara: no pringarse, no más de lo necesario. Y eso ha pasado por callar. "Voy a ser prudente y no voy a contar todo lo que sé", y tan pichi. A los pocos minutos de interrogatorio, la letrada de Manos Limpias, que veía cómo el sufflé se venía abajo antes de tiempo, no tuvo más remedio que preguntarle:"¿Se está sintiendo libre para contestar?", a lo que Tejeiro respondió rotundamente "No". Antes ya había declarado libremente que se consideraba "amenazado y no protegido" ante posibles querellas del abogado de Diego Torres, con el capote de los letrados de Iñaki Urdangarin y la Infanta Cristina, que ya no hacen ni el más mínimo esfuerzo en ocultar que van a una con González Peeters: "Han dicho barbaridades absolutas y se amenaza con querellas". 

Miguel Tejeiro, aún así, ha dejado varios titulares. El primero, que la Infanta Cristina mintió en su declaración para, probablemente, inculparle a él, siguiendo la estela de su marido y su socio de banquillo, Diego Torres: "Tiene derecho a mentir, como yo la obligación de decir la verdad". Cierto es que una iba en condición de imputada y él como testigo. Tejeiro encuadró la declaración de la Infanta sobre su persona en un "guión" interpretado por la hermana del Rey: "Me extraña que diga esta señora que entre las cuatro o cinco personas de su confianza estaba yo", cuando apenas "la he visto tres veces"
Eso por un lado. Por otra parte, tenía claro Miguel Tejeiro que de esta declaración iba a salir, no sé si sin querella, pero, desde luego, después de haberle clavado un puñal a su cuñado. Tejeiro afirmó que quien defendía las facturas de las empresas radicadas en el extranjero (Blossom Hills y De Goes LTD) fueron validadas por Diego Torres, quien era, además, el último beneficiario del dinero que llegaba allí desde España para no irse a parar a los bolsillos de nadie más. "Sé que Diego Torres desvió dinero al extranjero", sentenció Tejeiro.
Y tercera pata de la declaración del asesor fiscal, que Urdangarin fue quien decidió que los gastos personales (como una botella de vino), se cargasen a cuenta de Aizoon. Él, ha asegurado, se limitaba a validar lo que le llegaba de parte de los socios de Aizoon.
Eso sí, Miguel Tejeiro fue profético y, a la vista de lo que vino después, sincero respecto a la utilización de la Infanta Cristina como 'escudo fiscal'. Ha asegurdado que "jamás le di orientación (al notario) para que la Infanta fuese escudo fiscal" y adelantó "todo lo que diga será para perjudicarme a mí, no a la Infanta". Y así fue.

Posible 'falso testimonio' del notario

Carlos Masiá es un hombre caricaturesco. Altísimo -rondará los dos metros-, nariz torcida, gesticulador, bromista. Y hoy, imprudente. Le ha perdido el odio hacia Miguel Tejeiro, el desprecio que ambos se profesan a cuenta de rencillas familiares pasadas.
Masiá ha venido hoy a Son Rossinyol 'a hablar de su libro'. Ese en el que el protagonista es un asesor fiscal sin principios que intentó "colarme una par de firmas falsas en unos balances de cuentas anuales", responsable de todo lo irregular, el que llevó por el mal camino la intachable conducta de los entonces Duques de Palma. Para Masià, él sigue siendo Don Iñaki. Torres, es sólo eso. Diego Torres. Ya saben, aquéllo de que 'No hay Don sin din'.

Masià ahondó en que Miguel Tejeiro "me insistió mucho en poner el DNI de la Infanta primero" en la constitución de Aizoon, pero le perdió la boca. O tal vez se dio cuenta de que, como testigo, no podía mentir. Tarde. Si en el procedimiento, ante Castro, aseveró que Tejeiro le pidió que se usase a la Infanta como 'escudo fiscal', hoy se ha amilanado. Ha terminado reconociendo que el asesor fiscal no se lo pidió expresamente y que esa idea fue "una conclusión" que él sacó de sus palabras."Me lo dio a entender", acertó a decir Masià. Manos Limpias saltó como un resorte y adelantó que pedirá la deducción por "falso testimonio" del notario.  Y como el que quiere morir matando, sus últimos coletazos fueron para dejar flotando en la sala que Miguel Tejeiro tenía sociedades en el extranjero y unas pruebas periciales sacadas de la manga que, sorpresivamente, el abogado de Torres quiso incorporar rápidamente, sin ni siquiera haberlas leído.
Las pruebas periciales eran unos informes grafológicos que habían sido solicitados por el propio notario para acreditar la falsedad de unas firmas y achachar un escrito a Miguel Tejeiro. El problema es que luego, al revisarlas las acusaciones, estas pruebas no guardaban relación con lo dicho. Elucubraciones de pasillo: o Masià se confundió de carpeta o Peeters esperaba otras periciales pactadas con el testigo para incriminar a Tejeiro.
El testimonio de Masià, a falta de lo que consideren las que mandan -el Tribunal-, tiene una credibilidad bastante discutible. Contaminado por el odio a Miguel Tejeiro, no solamente se contradijo con lo declarado ante Castro acerca del 'escudo fiscal'. Ha sido el testimonio de una persona que, a pesar de tener que ser garante de la ley, ha justificado de la manera más inconcebible por qué no denunció la supuesta falsedad de las firmas en cuanto tuvo conocimiento de ellas en 2009 (y no esperar a elaborar unas pruebas periciales encargadas por él mismo cuatro años después). Sin pestañear dijo "porque no hacía falta. No me iban a creer".
Tal vez, en el fondo, no fuese tan desencaminado.

12 de marzo de 2016

Diario Nóos: Callejón sin salida

A González Peeters, de momento, la jugada le ha salido redonda. En el peor de los casos, consigue amedrentar a Miguel Tejeiro, testigo clave, para que este se replantee sus respuestas 'por si acaso', a la vez que gana tiempo. En el mejor, su silencio.
Pero esto tiene otro plano. Un plus. El del ego. El letrado de Diego Torres encontró, tras un mes de proceso, el resquicio por el que empequeñecer al tribunal y, más concretamente, a su presidenta Samantha Romero. La adusta jueza ya se había enfrentado en ocasiones a Peeters, intentando acotar al abogado que a veces tira de soberbia. Romero ya le espetó hace días "Haga el favor de tratarme con respeto" y le advirtió: "no quiero tener que hacer uso de las correcciones disciplinarias que, como usted sabe, prevé la ley". Él agachó la cabeza, tragó orgullo y quina, pidió disculpas y se la guardó.
Ahora se la ha devuelto, consciente de que es un coco y que a estratega no le gana nadie. Ni su defendido, probablemente, que ya es decir. 
González Peeters ha metido a la jueza Romero en un callejón sin salida, sepultada por una maraña de artículos procesales y jurisprudencia. Los peores años de carrera universitaria se le han caído encima a una mujer a la que, parece, se le ha escapado el proceso de las manos. 
Ayer acusación y defensas se arrojaban de fondo norte a fondo sur artículos a favor y en contra de que el testigo, Miguel Tejeiro, respondiera al secreto profesional como asesor jurídico. Ella, como Tejeiro, movía la cabeza de un lado a otro de la pista. "Deuce", le faltó decir. Pedro Horrach denunció "coacción" y acusó a la defensa de "abuso procesal", recordando que han vertido los peores delitos sobre un Tejeiro que ahora no puede defenderse. La defensa, por su parte, contraatacó afilando cuchillos contra Manos Limpias. Virginia López Negrete les había echado en cara sus "maniobras torticeras" y Peeters le acusó a ella de "coaccionar al testigo" a cambio de quitarle la imputación. 
Consciente de que está bajo lupa, Samantha Romero se retiró a deliberar para intentar mantener la imagen de pulcritud jurídica que se ha empeñado en manifestar. Pero esto, más que pulcritud (que también), necesita determinación. Cortar por lo sano y tirar hacia adelante. 
Desde que terminara la sesión, antes de las ocho de la tarde, hasta la mañana del viernes, las magistradas tuvieron tiempo de empollar y anticiparse. Estaba claro que las defensas y acusaciones iban a trabajarse sus argumentos barriendo con los artículos para casa. El Tribunal debió hacer lo mismo. Eso pensaba la sala cuando, sin motivo aparente ni previo aviso, la sesión se retrasaba casi tres cuartos de hora. De la puntualidad exigida por Romero pasamos a una dilación de la que ni siquiera se excusaron. Mal. No hubo excusas y, lo peor, tampoco fue por una buena causa, porque si estuvieron apurando minutos de estudio, no dio ningún resultado.

A cuadros y sin cobertura

La jueza mareó la perdiz toda la mañana y consiguió enfadar a los letrados que vivieron, muchos confesaban, situaciones inauditas. Como en un aula de colegio, allí estaban todos los letrados en sus respectivos asientos. Público y prensa, también. En vista de que aquello podría prolongarse horas, como ocurrió, quien transmitió las órdenes fue el secretario judicial: abogados y acusación podían marcharse, pero tendrían que permanecer en el Polígono Son Rossinyol. A las cuatro de la tarde habría videoconferencia, pero podría retomarse todo antes. O no. O sí. Pim pam. Pim pam. Vamos, que eso tampoco estaba claro, así que nos encontramos con una situación grotesca: los testigos, encerrados en una pecera en la que se habían juntado los citados el jueves, con los que tenían turno el viernes. Y entre ellos, recordamos, algunos no se pueden ni ver. El metro en hora punta. 
En la calle la escena era igualmente esperpéntica: abogados, fiscales, periodistas y trabajadores del polígono vagando por la acera, con la mirada perdida. No sabía nadie qué hacer, algo que se trasladó a las terrazas de las cafeterías con la indecisión de pedirse una caña o un cortado, unas porras o un bocata de calamares. Las incógnitas mundanas sumadas a las capitales. Al menos, ya sí, con móvil, que esa es otra.

A la jueza le molesta hasta el más mínimo suspiro en sala, no digamos ya una alerta en el smartphone. Había pasado más de una y más de dos, pero el jueves ya dijo 'basta'. Prohibió totalmente la entrada en sala con los teléfonos móviles a abogados defensores, acusación, público y periodistas. Si esto ya enfadó a más de uno (González Peeters amenazó con abandonar la defensa de su cliente si no se podía comunicar con él "por whatsapp"), el remate llegó por la tarde cuando un funcionario judicial, cumpliendo órdenes, sacó una lista de quienes se habían hecho los suecos con la prohibición y habían colado el móvil bajo la toga. Cabreo máximo, sin ir más lejos desde la bancada de la acusación, donde alguien escupió un "esto es increíble, no estamos en el colegio".

De la jornada de ayer solamente sacamos en claro una declaración casi irrelevante (la de una extrabajadora de Nóos) y la confirmación de que esto ha llegado a un punto muerto. Miguel Tejeiro salía de la EPAB como había entrado, sin saber a qué responder, y las letradas convocaron al testigo para el martes intentando camuflar en jerga jurídica -"no está dispensado de prestar declaración respecto de aquellas cuestiones de contenido patrimonial y, por lo tanto no debe existir confidencialidad"-, la realidad: que no saben qué hacer con el testigo clave y que, ahora sí, esto se ha ido de madre. 

11 de marzo de 2016

Diario Nóos. Blancas mueven.

Al maestro ruso Khismatullin le tocaba mover. Blancas. No estaba en muy buena posición, con un mate del ucraniano Eljanov pendiendo sobre la corona de su rey, pero entonces hizo lo que ni las máquinas de ajedrez supieron prever. En su 44º movimiento, sacrificó a su torre blanca, moviendo su Rey a segunda línea. La dama blanca se volvió más poderosa que ninguno a medida que al Rey negro se metía en el infierno del jaque continuo. Eterno. "44.Rg1!!". Jugada maestra.
Ayer, Manuel González Peeters tiró de táctica y estrategia. Apuró hasta el momento en que Miguel Tejeiro, "el señalado", empezó a hablar más de la cuenta. Acababa de empezar y se le veía con ganas, tantas que volvió a salir de sus labios la palabra NAMASTE. El saludo yogi, estos días tan de moda, fue el momento elegido para que el letrado de Diego Torres dejara caer su torre blanca, en pro de aniquilar el rey negro. Le recordó a la jueza que Miguel Tejeiro, como abogado, se debía a su secreto profesional y que, por tanto, no podía declarar. Jaque.
Miguel Tejeiro era la pieza clave de la acusación de Manos Limpias. Le levantó del banquillo. Los exsocios pactaron echarle el muerto. Pacto de caballeros, si puede llamarse así. Miguel, el hermano aparentemene más resuelto de todos, no iba a cargar con ello. No gratis. De él estaba previsto que salieran sapos y culebras contra Urdangarin, Torres y, con suerte para Virginia López Negrete, contra la Infanta (insiste la letrada en la teoría de la ignorancia deliberada).
Peeters movió y el Tribunal, sobrepasado, se retiró a deliberar y a consultar con el Colegio de Abogados de Barcelona. La sala de vistas empezó a hervir. Acusaciones por un lado, ojipláticas, y defensas por otro, socarronas. Lo habían cocinado los dueños de esas togas. En esos minutos eternos de receso forzoso, entre las acusaciones primaron las llamadas a colegas de bufete, se rebuscaba entre papeles y, en los teléfonos y ordenadores, artículos de derecho procesal. Jurisprudencia, parecían implorar. Descomposición. Ni los fiscales se olieron la tostada, pero sí la mala fe con la que le echarán en cara a Manuel González Peeters su jugada maestra por tener a Miguel Tejeiro hasta este último momento en ascuas, maquinando en la sombra la caída de su corona.

"Siempre fue una asociación CON ánimo de lucro"
En un principio, podríamos pensar, no funcionó. Al fin y al cabo, las juezas decidieron seguir adelante pero recordándole al testigo que sólo podría declarar "asuntos relacionados con lo patrimonial" como asesor fiscal, dejando a un lado el secreto profesional. ¿Qué límite es ese? Probablemente ni las propias magistradas lo sabían. A lo largo del interrogatorio, Miguel Tejeiro pidió en tres ocasiones ayuda al Tribunal. "Agradecería, por favor, que me dijeran qué puedo y no puedo contestar". Estaba perdido, como todos. Pero Samantha Romero, la magistrada puntillosa hasta el extremo en la formulación de preguntas, le dejó abandonado a su suerte. "Usted sabrá" (porque yo no, pareció transmitir). Y contestó, pero agobiado y coartado en la respuesta. Acogiéndose al secreto profesional en preguntas cruciales como "¿Le pidió Iñaki Urdangarin que le crease una sociedad en el extranjero para poder operar?", que inquirió Horrach. "No puedo contestar", dijo con impotencia Miguel Tejeiro. Desesperación en la acusación, regocijo en la defensa y cabreo en el Tribunal.
A pesar de que lo más jugoso quedó en el terreno del silencio, Tejeiro dejó caer algunos peones. A saber, que Urdangarin y Torres operaban al mismo nivel y venían aprendidos de casa. Urdangarin, de hecho, ya facturaba a través de una sociedad, Namaste, en lugar de hacerlo como persona física. Y así quiso seguir haciéndolo constituyendo Aizoon (y dejando fuera del juego a sus hijos mayores). Tan aprendidos estaban que Tejeiro espetó un "estoy indignado" al ver cómo los dos socios echaban balones fuera sobre los asesores externos. "Los dos -continuó Tejeiro- gestionaban el Instituto Nóos" y, a su vez, por separado, cada uno gestionaba sus sociedades. Definió, como pocos, qué era el Instituto Nóos: "siempre dije que era una asociación con ánimo de lucro".
Más peones. No hubo una supervisión de la Casa Real en las cuentas de Urdangarin y Torres - "nunca hablé con Carlos García Revenga ni con  Federico Rubio"-, pero tampoco se usó a la Infanta Cristina como escudo fiscal. O él no lo propuso, desde luego. Eso afirmó, al tiempo que relató tres encuentros con la hermana del Rey en una notaría de Barcelona.

Han pasado unas horas. La declaración se retoma en apenas 120 minutos y sus señorías han tenido tiempo de revisar el código y replantear estrategias. De lo que les haya dado de sí esta noche dependerá que caiga, definitivamente, el Rey negro o que las blancas pierdan la partida.

10 de marzo de 2016

Diario Nóos. Los Tejeiro golpean dos veces

Si yo les digo que el día comenzaba con la declaración de unos extrabajadores de Nóos, después del subidón informativo de la semana pasada, ustedes habrían lanzado un resoplo. Bajón. Pues no. Así, de primeras, quienes precedían a Miguel Tejeiro, 'el señalado', no tenían pinta de complicarle las cosas a la Infanta. Más bien a su marido y a Diego Torres, pero eso tampoco era ninguna sorpresa.
Luis Tejeiro, otro de la estirpe, declaraba por videoconferencia. Personaje peculiar este contable. Llevaba las cuentas de las sociedades a través de la gestoría. Más allá de describir que tanto Diego Torres como Iñaki Urdangarin "buscaban trabajadores ficticios para la amortización libre" (vamos, meter a gente en plantilla para obtener beneficios fiscales, y luego repartírselo entre las sociedades que crearon), no esperábamos nada nuevo. Nos equivocamos. Luis Tejeiro soltó por esa boquita y, en contra de lo declarado por el tándem duque-profesor, quienes instruían sobre cuentas eran estos y no al revés. A ellos se les ocurría el tipo de contratación y cómo pagar a los empleados (o no pagarles, si es que estos eran 'fantasmas'). "Cada uno ya venía aprendido", sentenció.
Luis Tejeiro llegó a afirmar que su cuñado, Diego Torres, "en su afán de controlarlo todo" llevaba la revisión de las cuentas "en una hoja excel" sin que se le escapase detalle, "hasta el céntimo". Por controlar, controlaba hasta los impuestos y las cuentas de Aizoon, según L. Tejeiro.
Torres, fuera de sala, me reconoció que supervisaba los números porque su cuñado y compañía "lo hacían todo mal". Lo de esta familia es un circo en el que vuelan los cuchillos. "La familia política no se elige", me dice apesadumbrado Torres con un chocolate caliente en las manos. Minutos antes, su cuñado Luis había exculpado a su hermana, Ana María Tejeiro: "la pobre ni pincha ni corta. Y hace lo que hace, lo que aguanta".
Sin embargo, a pesar de lo que dice Torres, la gestoría Medina-Tejeiro siguió llevando las cuentas de lo que llamaban coloquialmente "Grupo Nóos". No hubo supervisión de Casa Real. Nadie, desde la gestoría externa, envió a Carlos García Revenga o a Federico Rubio copias de las cuentas para que se revisaran. Ni hubo intención siquiera: "nunca se planteó ninguna consulta tributaria". Eso afirma Luis Tejeiro, que apenas sostiene haber "enviado a alguien" documentación relativa a la hipoteca de la Infanta, "por orden de Urdangarin".
Pero la verdadera sorpresa, para regocijo de Manos Limpias, ha tenido que ver con Namaste 97. Era la sociedad que tenía el exduque de Palma donde, como accionistas, figuraban su mujer y sus dos hijos mayores. En esa sociedad, previa al desembarco de Urdangarin en Nóos, estaba dado de alta personal doméstico que, por cierto, luego lo estuvo en Aizoon. Esto, según Manos Limpias, perjudica a la Infanta porque demostraría, por la teoría de la ignorancia deliberada, que la Infanta sabía desde antaño cómo operaba su esposo.
Siguiente golpe del hermano Tejeiro: esos empleados domésticos de Aizoon cobraban en sobres con cheques que se entregaban "a Iñaki Urdangarin". Este lo negó en su declaración, claro, pero la Infanta también (de las pocas cosas que expuso con rotundidad).

Los zascas de Luis Tejeiro han sido tales que ha provocado las risas en la sala durante los recesos. Algunos letrados bromeaban con Diego Torres sobre la 'suerte' que tiene con sus cuñados. El testigo declarante, por su parte, no parecía estar pasándolo especialmente mal. Tan relajado estaba que la presidenta del Tribunal, Samantha Romero, le ha echado la bronca como si de un colegio se tratase "Cállese, señor Tejeiro. Estamos en un juicio". Y Tejeiro agachó las orejas con la media sonrisa de quien sabe que la está liando.

Los 'indios de la pradera'

Entre otros testigos del día, le tocó el turno al experto en comunicación de Nóos. A quien contrataron por su experiencia para llevar el asunto del patrocinio del equipo ciclista Banesto por parte del gobierno balear. Juan Pablo Molinero, antes en PriceWaterhouseCoopers (PwC), describió perfectamente el carajal que suponían las contrataciones de trabajadores en Nóos. Molinero relató cómo escuchó por primera vez el nombre de Aizoon. Fue a través de una compañera, Vanesa Oleart quien, extrañada, le comentó que era esa empresa (y no Nóos Consultoría, donde trabajaba) quien aparecía como pagadora en su nómina. La explicación que encontró Molinero a eso fue también reveladora "estando detrás quien está, será por temas de seguridad".
Pero, sin duda, Juan Pablo Molinero ha descrito la tribu de Nóos donde "había dos jefes y, el resto, trabajábamos. Éramos los indios de la pradera". No había posibilidad de progresar hacia un mando intermedio en Nóos, lo que provocó su salida. Los "curritos", como llegó a decir, "no teníamos capacidad de decisión ni nada". Sólo dos personas controlaban y decidían todo: Diego Torres e Iñaki Urdangarin: "En Nóos no se movía un papel sin que lo supieran los jefes de la empresa".
Les recuerdo que el exduque dijo algo parecido, pero de la Casa Real. Muchos pies para el minueto.
Y eso que todavía no ha salido a la pista de baile Miguel Tejeiro. Cojan asiento.

5 de marzo de 2016

Diario Nóos: La Infanta (des)confiada.


Llegó el día. Un trámite rápido, por favor, parecía pensar. El jueves 3 de marzo se agotaba con la declaración de Salvador Trinxet, que aunque se expresaba casi a la misma velocidad que la letrada de acusación de la Comunidad Valenciana, empezaba a resultar eterno. No porque su discurso no interesara, todo lo contrario, sino porque no había manera de quitarse la sensación de que el hombre de las presuntas sociedades interpuestas, actuaba de telonero.
Rozando las seis, con la sala de vistas más llena que nunca, el nombre de Doña Cristina Federica de Borbón y Grecia resonó, ella tomó aire, agarró el botellín de agua y, con decisión y a grandes pasos, se encaminó al trono de acusados. Para nada porque tampoco era su turno. Cinco minutos de receso. Disculpas del tribunal y a aguantar.
Para eso no había ensayado, para esos cinco minutos (que luego fueron once). Y así se vio a una mujer que se sentía más fuera de lugar que nunca, que no sabía si sentarse en su sitio, quedarse de pie, tras una columna, acercarse a su abogado o ir al excusado. Así que lo hizo todo.
Aún no había consumido el tiempo de descanso cuando ya ocupaba el asiento protagonista. Fue la escenificación total de su vida. Sola. Frente al vacío, su marido en la última fila. Ningún miembro de su familia alentando en la bancada de público, ni esperando fuera, como en las salas de llegadas del aeropuerto. Lo más que vio la Infanta que oliese a familia (y Real) lo tenía colgado en la pared. Tan frío como un marco, la mirada de su hermano Felipe VI, que ha presidido las declaraciones de todos, se perdió en la suya con la misma empatía. La de un marco.
Juntaba los dedos doña Cristina. Tamborileaba con ellos. Cruzaba las piernas y las descruzaba. Bebía agua. Y esperaba, en todos los sentidos.
El Tribunal se disculpó. Había sido un poco cruel pedirle que se sentara para levantarla inmediatamente y ella respondió con educación pero, tan bajo y tan para adentro, que los periodistas ya lamentábamos haber aguardado tantos años este momento para no poder anotar ni cuáles fueron los primeros murmullos de la primera infanta de España que se somete a un juicio.

"Gracias, Señoría, contestaré solamente a mi letrado". No respondió a la única parte que quiso verla ahí sentada, Manos Limpias. Sí lo hicieron sus miradas por ella. Desdén, sobre todo cuando la letrada Virginia López Negrete consignaba preguntas en las que se aludía, por ejemplo, a quienes cuidaban "de lo más preciado que tiene en la vida, como son sus hijos", esos empleados domésticos a los que, presuntamente, le expuso la letrada, habrían pagado con dinero negro. En la sala el resto de acusados y letrados sí murmuraron. Les pareció sucio. Y la jueza empezó a marcar las preguntas a consignar.

"Por la confianza que tenía en mi marido"

El abogado Pau Molins, escoltado por el simbólico Miquel Roca (que no abrió la boca), inició su interrogatorio de defensa. El bufete podría haber preferido hacer uso del derecho a hacer preguntas con respuestas tipo test. Sí, no, no sabe/no contesta. O tres, como González Peeters a Ana María Tejeiro. Pero no. Durante veinte minutos, y en una estrategia inteligente, formularon preguntas de defensa con toques de acusación, o más bien al revés. Y el resultado fue el retrato de una mujer confiada (entonces) y tradicional, si me apuran, casi sacada de un manual de la Sección Femenina: "Era mi marido el que se encargaba de los gastos familiares", luego, a medias con su esposo, ella se se centraba "en el cuidado de mis hijos" y en cuadrarlo con su agenda institucional.
¿Por qué aceptó formar parte al 50% de Aizoon? "Por confianza. Así me lo pidió mi marido y acepté". 
Pero ¿sabía cuál era el objeto de la sociedad? "Yo sólo sabía que canalizaba sus ingresos a través de Aizoon". 
Y, ¿cuál era su papel en la empresa?. Pues ninguno. Ni florero: "No, no tenía firma ni poderes" o sobre su capacidad de mando:"nunca he dado instrucciones a nadie".
O sobre la tarjeta VISA a su nombre:"la custodiaba él (Urdangarin)".
O en lo referido a las cuentas de la empresa: "Nunca he sabido cuáles eran los ingresos y gastos de Aizoon".
Ni siquiera recibía los extractos bancarios. Por negar, negó hasta charlar con su esposo, el mismo que afirmó haber hecho a la Infanta partícipe de Aizoon "por una cuestión de ilusión", sobre cómo iban los negocios. De eso, en determinados estratos sociales, está feo hablar, se ve: "No procedía. No eran temas que me interesase hablar con él. En esos años mis hijos eran muy pequeños y estábamos muy ocupados". Y punto. Y eso que Aizoon y el domicilio eran lo mismo, aunque claro, también hemos conocido en estas declaraciones que, en determinados estratos sociales, las casas son tan amplias que es posible entrar a la oficina de Aizoon en la casa de Pedralbes sin que la parienta se entere ni vea al visitante. Durante años. "Salía muy temprano de casa", justificó la Infanta.

Lo que falló
Los interrogatorios con la defensa se preparan. Es obvio, para eso están. Otra cosa son los nervios y cuando uno intenta justificar lo que tiene difícil explicación. Eso también ocurrió en el interrogatorio de doña Cristina.
Nos quedó claro que había cosas de las que no se ocupaba. El dinero era una de ellas, sin embargo, al ser preguntada por la contratación del servicio doméstico, si se les abonó con dinero negro, se mostró tajante: "Rotundamente, no".
Como su marido, habló de supervisión de la Casa Real. De su asesor, Carlos García Revenga, en el que confiaba, "ya no". No hablaba de temas de la sociedad con su marido pero, sin embargo, sí dijo haberse asesorado previamente: "No teníamos ninguna prohibición. Por supuesto, me asesoré por Carlos García Revenga y él, a su vez, por Federico Rubio". 
Tal vez los nervios le jugaron una mala pasada, pero un pequeño matiz se coló al ser preguntada por la VISA de Aizoon en la que se cargaron gastos personales. ¿Usó usted esa tarjeta VISA?, preguntó Molins que esperaba un "no" rotundo, redondo, sin matices. Pero no lo tuvo, más bien fue un 'no' abierto y flexible: "No recuerdo haber usado esa tarjeta". 'No recordar' no es lo mismo que 'no usar'. Como 'no recordar' está aún más lejos del "yo custodiaba la tarjeta VISA de mi esposa" que repitió y repitió su marido. Pau Molins estuvo al quite y repreguntó rápidamente "Pero ¿tenía usted la clave?" y ella volvió al redil: "no tenía clave". Respiro, a medias.
Mucho más clara con otra pregunta ensayada: ¿actuó como escudo fiscal?. Y respuesta: "En absoluto. Si me lo hubiesen propuesto, no habría aceptado". Y, como chimpún, una pregunta que no tenía pensado hacer Molins pero que sabía muy bien por qué la formulaba"¿Tiene usted o ha tenido cuentas en paraísos fiscales?". Ella tomó aire y enfiló la respuesta "No tengo cuentas en paraísos fiscales. En Suiza SÍ tengo una cuenta, porque resido allí". Una cuenta declarada.
Hasta las conclusiones, Señoría
Después de haber reconocido algún error (firmar en el contrato de autoalquiler, por ejemplo) y haber dejado sobre la mesa su diligencia a la hora de consignar fianzas en el juzgado, la Infanta finiquitó el trámite. Manda la educación y se despidió del Tribunal con un apretón de manos.
No hubo efusividad con su marido tras el trance. Apenas un brazo por la cintura. Algo rápido, no se crean. Iñaki Urdangarin hizo lo propio con las magistradas y se marcharon. Hasta las conclusiones, claro.
Lo peor, por ahora, ha pasado, pero aún queda por delante el discurso de los testigos. Ahí pueden venirse abajo varios argumentos dados por los exduques. Empezando por el servicio doméstico, siguiendo por los miembros de Casa Real (aquella) y terminando por Miguel Tejeiro, el hombre al que los socios de Nóos culpan.
Tendrá menos foco mediático pero es donde los investigados se la juegan. Ahí y en las periciales.
Eso sí será otra historia.



4 de marzo de 2016

Diario Nóos. Bola para Iñaki.

El fin de semana largo le ha cundido al exduque. Está claro que le han dado un cursillo acelerado de aplomo en el estrado. Ya desde el miércoles no hablaba en voz baja, más bien al contrario, en ocasiones ha llegado a alzar la voz (sin estridencias, no nos volvamos locos) cuando se ha sentido arrinconado y no ha hecho uso de las ya famosas gafas amarillas.
Los nervios iban por dentro, se notaba en su boca seca, pastosa, y en el gesto. Labios apretados y ceño fruncido.
Su discurso también ha estado ensayado. Ha tirado, normal, del desconocimiento ("no sé", "de esos temas nunca me he ocupado") y del mantra que el maestro Torres entonó la semana pasada: la responsabilidad es de Miguel Tejeiro, el ausente presente.
Pero ni con esas ha conseguido evitar entrar en contradicción. El primero en sacar a relucir la hemeroteca en sede judicial ha sido el fiscal Pedro Horrach. Más de una veintena de contradicciones entre lo que el cuñado del Rey ha intentado justificar más extensamente y lo que, en su momento, aseguró en sus dos declaraciones al juez José Castro durante la instrucción. No sólo no concuerda lo que cuenta ahora Urdangarin sobre proyectos como el Valencia Summit, el patrocinio del equipo ciclista o los Juegos Europeos, es que tampoco lo hace su justificación sobre quién decidió que los trabajadores de Nóos estuviesen en todas y en ninguna de las sociedades (ahora, Miguel Tejeiro.Antaño, Diego Torres) o con quién se reunió o dejó de reunir. Resulta que, aunque al juez cordobés le aseguró que había estado en la sede de la Generalitat con Francisco Camps, ahora Urdangarin afirma tajantemente que nunca se encontró con el expresident.
Tampoco coincide lo concerniente a Rita Barberá. Ante Castro, fue la que dio luz verde al proyecto de Valencia Summit. Ahora, el exduque apenas la menciona como la persona a la que él, altruistamente, le aconseja que entre en contacto con un abogado experto en materia deportiva como era Juan Pablo Molinero.
Pero, sin lugar a dudas, la mayor de las contradicciones es la que le ha restregado Horrach hoy en 'segunda ronda' a Urdangarin. Su segunda intervención judicial ante José Castro, el 23 de febrero de 2013, comenzó con una declaración leída, dictada (o eso interpretamos todos) por Casa Real. Textualmente dijo que "la Casa de su Majestad el Rey no opinó, asesoró, autorizó o avaló las actividades que yo he desarrollado en el Instituto Nóos". ¿Cómo cuadra eso con sus palabras en esta ocasión? "Nunca recibimos ningún reproche", "el día a día se reportaba a Carlos García Revenga" y esporádicamente "temas más jurídicos a Don José Manuel Romero (conde de Fontao)" o el, aún más claro, "yo no daba un paso en mi vida sin que lo supiese Carlos García Revenga?".
La cuesta, a partir de ahí, ha sido más llevadera. González Peeters ha sido una balsa, como Pau Molins, defensor de la Infanta, que ha tirado de interrogatorio para que el exduque asumiera gestiones económicas (y por tanto exculpase a su esposa) de Aizoon. Ensayado interrogatorio este último, con unas últimas indicaciones que el letrado de Dña. Cristina de Borbón, le daba in situ, minutos antes de que tuviera lugar la sesión.

La soledad de Manos Limpias
Virginia López Negrete preguntó a Iñaki Urdangarin, pero realmente, le interesaba sacar a relucir el nombre de su esposa en particular, y los máximos posibles de Casa Real en general. Después de un aluvión de facturas y tickets de lo más variopinto, la letrada de Manos Limpias consiguió destapar más colorín para la prensa, que declaraciones del exduque. Aún así, este interrogatorio deja momentos estelares y manifestaciones de Urdangarin que no tienen precio. A saber, que él "custodiaba" la tarjeta VISA de su esposa, que esta no sólo no la tenía físicamente, sino que ni siquiera conocía la clave para operar con ella. Que, aunque figuraba a nombre de Doña Cristina Federica de Borbón y Grecia, la VISA de una infanta de España la podía usar tanto un escolta como una secretaria (Julita Cuquerella).
Pero el momento clave ha llegado con un mail. Dirigido a Juan Carlos I, entonces Rey de España. Su yerno le informa del proyecto que, dentro de Nóos, tiene entre manos: el ambicioso Valencia Summit. Le informa y le pide ayuda para que, con sus contactos, pudiera conseguir que "el Señor" le facilitara asistentes o colaboradores para la cumbre. El documento tenía una marca de NO ADMITIDO cubriendo todo el folio que habría visto hasta el más despistado pero, misteriosamente, las juezas (a pesar de que el secretario judicial se lo mostró en el instante), dejan pasar unos eternos minutos hasta que, justo cuando Manos Limpias formula la pregunta "¿tenía conocimiento Don Juan Carlos de sus actividades dentro del Instituto Nóos"?, y cuando Urdangarin ya iba lanzado a contestar que le había informado de este proyecto, la magistrada Samantha Romero, y ante las protestas de Pau Molins (curiosamente no de Mario Pascual Vives, abogado de Urdangarin), deciden interrumpir la sesión por unos minutos.
La cara de Virginia López Negrete se descompuso, los acusados se revolvían en sus asientos y nadie sabía qué pensar. La letrada de Manos Limpias se jugaba una "mala fe procesal", pero, en un nueva muestra de mano izquierda con ella, el Tribunal quiso entender que por la complejidad del caso y los problemas de numeración de los folios, se trató de un error y lo dejó pasar. López Negrete aflojó mandíbula, pero se vino abajo. Ni siquiera terminó el interrogatorio que tenía preparado, dejándose un par de preguntas en el tintero.
No fue la primera vez que, en la jornada de hoy, Manos Limpias ha sido reprendida y advertida por el tribunal. También con Salvador Trinxet y con la Infanta Cristina que, como ya adelanté, no iba a contestar a la única parte que la sentaba en el banquillo de los acusados.
Y entre advertencia y regañina, López Negrete se iba haciendo más pequeña y se quedaba más sola. El resto de letrados charlaba animadamente los unos con los otros en cada receso, la mayoría de las defensas manifestaron públicamente a la jueza, de hecho, su solidaridad con las protestas del letrado de la Infanta. Entre los acusados reinaba la empatía con los exduques ante lo que consideraron, una humillación innecesaria (tanto ticket personal y mail privado exhibido). Y ella, Negrete, apenas podía consumir los minutos concentrada en su portátil y en el móvil, en silencio. Consciente de las presiones, como siempre, pero superada por las mismas, como nunca. Buscó el titular, pero no pensó que sería este.

Próximos pasos de Urdangarin

Urdangarin terminó este calvario. ¿Contento?. No, a pesar del guiño y la sonrisa que le dedicó a su esposa al finiquitar su declaración. "Más que contento, aliviado", me confiesa su entorno.
Su defensa tiene ahora dos batallas importantes por delante: convenir con Hacienda que no hubo delito fiscal sino infracción administrativa. Si es así, estaría dispuesto a subsanarlo (reparación del daño). Así lo adelantó ayer el propio Urdangarin en su declaración, lo que no significa que admita defraudación.
Siguiente objetivo: demostrar que hubo quien usó el nombre de Iñaki Urdangarin para fines oscuros.
Hasta diecisiete documentos mostró Mario Pascual Vives para dejar constancia de ellos. "¿Es su firma?, "no", respondió uno a uno el exduque. ¿Quién falsificó (presuntamente) la firma de Iñaki Urdangarin y con qué fin?. La respuesta a la primera pregunta está detrás de BAF, el bufete de asesoría fiscal Medina Tejeiro. ¿Por qué? tal vez pueda responder a ello el aludidísimo Miguel Tejeiro en su turno de declaración como testigo el próximo 9 de marzo. La cosa promete.

27 de febrero de 2016

Diario Nóos. Don Ignacio Urdangarin, suba al estrado

Se agitó nervioso desde el inicio de la sesión, en la que su socio, DiegoTorres seguía con su clase magistral de 'escaqueamiento' judicial. Ni encontraba su sitio en la silla, ni sabía ya qué hacer con unas manos sudorosas. Modo gafas on. Modo gafas off.
Había un límite, la una de la tarde. Si Torres se prolongaba, Urdangarin tendría que volver a casa con un respiro de un largo fin de semana por medio. Y como en un coitus interruptus, cuando González Peeters interrumpió cinco minutos la sesión para jugar la bola del pacto de no agresión, y "sorprendió" al decir "no tengo más preguntas, Señoría", Urdangarin se levantó dispuesto a enfilar la cuesta  más empinada. La jueza le paró, aún había que resolver una duda con Torres, otra presunta contradicción. Y Urdangarin, volvió a la silla para dejar en ella la poca seguridad que había logrado reunir.
Apenas fueron unos minutos, porque en seguida le llamaron al estrado, pero para entonces, el exduque ya era una madeja de nervios. 13:08 minutos de la tarde. Ante él, el fiscal Horrach, -el hombre que pide que ingrese en prisión por 19 años- le preguntó, primero, por un mail que le dejó perplejo. En ese correo electrónico se dirige a su esposa como 'KID'. ¿Está hablando en clave?, inquirió el fiscal"No hablo en clave, es una manera cariñosa de dirigirnos el uno al otro". Y, segundo, por un correo a Carlos García Revenga para que le entregara una copia de una carta que dirigía al COI, a la Infanta Cristina. ¿Hay algo oculto en este mail?, preguntó Horrach. "No hay nada oculto, al revés". La cara de Virginia López Negrete era un poema. Y la de la jueza Samantha Romero también que, antes de ser consciente de que el mensaje de Horrach iba dirigido fundamentalmente a ella, sólo acertó a decir que era "la primera vez que veía que una acusación arremetiese contra otra".
Horrach se desahogó, puso de manifiesto que, en el momento en que todos los ojos iban a estar pendientes de él, su primer latigazo iba a ser para quienes permitieron, con dudoso criterio, incorporar a la sesión preguntas de Manos Limpias que no procedían sobre temas por los que no se juzga a la Infanta. Y lo hizo siendo muy consciente de que, desde fuera, una vez más, los medios sólo serían capaces de interpretar ese gesto como un capote a la Infanta.

La ignorancia de Don Iñaki

No es la primera vez que al exduque le invaden la ignorancia y el desconocimiento. Ante el juez instructor ya  justificó su actuación en Instituto Nóos como la de aquél que sólo pasaba por allí, que poco pinchaba y que delegaba el papeleo en el resto. Con la diferencia de que entonces, ante José Castro, a quien señaló fue a Diego Torres y ahora, ante Samantha Romero, mira hacia el ausente Miguel Tejeiro. "Yo de eso no entiendo", "no sé", "yo salí de allí así,como vengo, sin papeles" o "ahora me he encontrado con esto", fueron algunas de sus frases ensayadas para sacudirse de los (trabajadores) fantasmas. Es su jugada, en la que, incluso, se atreve a imputar falsificación de su firma a quien se encargaba de elaborar presupuestos. A ver cómo defiende luego ese asunto.
La partida pasa, en este tiempo de descuento, por jugar en el mismo equipo que Diego Torres. Otra vez. El dinero les juntó, luego separó y la sombra de los barrotes, les ha unido de nuevo.

Dicen que no hay pacto, puede que tengan razón, pero lo que nadie duda a estas alturas es que los dos han entendido que juntos podrán rascar algo más que librando la batalla por separado.

Aquellos maravillosos (y baleares) años

La traca final de la maratoniana declaración de Diego Torres dejó momentos para el anecdotario. En el interrogatorio de su defensa, se exhibieron un par de vídeos. Uno de ellos, casi obscenamente lacrimógeno, pretendía justificar el trabajo en la Fundación Deporte, Cultura e Integración Social. Niños enfermos, en riesgo de exclusión social o con otro tipo de problemas, disfrutando en un yate gracias a la fundación de Torres y Urdangarin. Faltó el detalle que aportan las investigaciones, que esa Fundación de altruista tenía más bien poco y que se ideó para que el exduque y su socio pudieran seguir haciendo negocios con las administraciones públicas, sin que figuraran "en apariencia" sus nombres.
Otro de los vídeos que se visionó fue el del Illes Balears Fórum en el que intervino Juan Antonio Samaranch. Con esas imágenes y un discurso de alabanza a los organizadores del evento, quería demostrar Torres que no vendieron humo sino knowledge, strategic management y todas esas palabras rimbombantes en inglés con las que le gustaba a Torres colocar los pufos. En él aparecían unos jovencísimos Jaume Matas, Diego Torres e Iñaki Urdangarin, cuando este aún no peinaba canas y su cara no acusaba los golpes de la justicia. En un receso, se acercó el expresident balear al exduque de Palma y le dijo:

-Señor, ¡qué jóvenes estábamos entonces!

Iñaki Urdangarin sonrió y respondió con algo que no puede ser más cierto:

-¿Ha visto lo importante que es poner las cosas en su contexto? Ahora parece otra cosa, pero entonces no era así.

Ahora parece, exactamente, que el contexto ha devorado a Iñaki Urdangarin y se relame ante la llegada de la esposa.



25 de febrero de 2016

Diario Nóos. Torres, touché.


Diego Torres, acorralado en el interrogatorio de Manos Limpias

Y llegó Manos Limpias y le dio la vuelta a la tortilla. Diego Torres había llegado con la premisa de no implicar en exceso a la Infanta para no salpicar a su esposa. A Virginia López Negrete lo que le interesaba de Torres no era otra cosa que destapar el conocimiento de la Casa Real y todos sus miembros, de los tejemanejes de Nóos. Y más concretamente, echar por tierra el argumento de que la Infanta Cristina vivía ajena a los problemas que los negocios de su marido estaban generando en la imagen de la Casa Real y en las arcas públicas.
Ocho minutos después de la una de la tarde, cae la primera pregunta bomba."¿Era el Conde de Fontao un emisario del Rey?".  Es decir, ¿ordenó el Rey Juan Carlos que su yerno abandonara el Instituto Nóos?. Torres responde con un "no sé" que destapa la primera de sus contradicciones con su declaración ante el juez Castro durante la instrucción. Se lo puso en bandeja a López Negrete, que le volvió a repreguntar, ahora sí, con éxito en la respuesta: "Sí, desde mi punto de vista, sí". Y empezó a desmoronarse. Manos Limpias afinó aún más el tiro. "¿Sabía la Infanta que el Conde de Fontao estaba actuando como emisario del Rey?". Touché. Torres, en un rincón del ring, asiste al rifirrafe entre Fiscal y defensa de la Infanta con la magistrada Samantha Romero sobre la pertinencia de la pregunta. Pero esta vez no hubo suerte para Torres. A pesar de que la hermana de Felipe VI se sienta por presuntos delitos que nada tienen que ver con ello, la jueza ha vuelto a sorprender con una decisión que, en esta ocasión, lejos de dar un respiro al acusado, le quitó el aliento, antes del KO. : "Ha pactado usted con el Sr. Urdangarin para achacar la culpa a Miguel Tejeiro?". Y Torres cayó al piso. A partir de ahí decidió dejar de responder a la acusación popular. Virginia López Negrete consiguió lo que no pudieron hacer ni el Fiscal Horrach ni la Abogada del Estado: dejar sin palabras a todo un vendedor de humo.
La sombra del pacto Torres-Urdangarin
Manos Limpias puso el foco donde quiso. Señaló a la Infanta Cristina y, aunque no tenga repercusión judicial, sembró de nuevo la duda sobre su relato de esposa despreocupada de los negocios de su marido. Y, por otro lado, dejó al descubierto parte de su estrategia, la misma que sacó a Miguel Tejeiro (el asesor de Instituto Nóos) del banquillo de acusados. Virginia López Negrete sugirió que detrás de la exculpación de la Infanta y los miembros más destacados de Casa Real por parte de Torres, había un sibilino pacto entre los amigos, luego enemigos y ahora colegas bien avenidos de banquillo. Un acuerdo para que ambos vertiesen en el ausente Tejeiro toda responsabilidad en las irregularidades del Instituto Nóos.
Ni que decir tiene que la defensa de la Infanta acusó el golpe. Muy vehemente, Pau Molins insistió en que es inaudito que Manos Limpias haya llevado el interrogatorio por esos derroteros con el beneplácito del Tribunal y que López Negrete hable de pactos. "Aquí la única que ha pactado ha sido ella con Miguel Tejeiro... y no explica por qué". Un golpe se contrarresta con otro... y este que ha lanzado Molins le dolerá, más adelante, a la letrada de Manos Limpias. Y puede que no tardemos en verlo.


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