11 de marzo de 2016

Diario Nóos. Blancas mueven.

Al maestro ruso Khismatullin le tocaba mover. Blancas. No estaba en muy buena posición, con un mate del ucraniano Eljanov pendiendo sobre la corona de su rey, pero entonces hizo lo que ni las máquinas de ajedrez supieron prever. En su 44º movimiento, sacrificó a su torre blanca, moviendo su Rey a segunda línea. La dama blanca se volvió más poderosa que ninguno a medida que al Rey negro se metía en el infierno del jaque continuo. Eterno. "44.Rg1!!". Jugada maestra.
Ayer, Manuel González Peeters tiró de táctica y estrategia. Apuró hasta el momento en que Miguel Tejeiro, "el señalado", empezó a hablar más de la cuenta. Acababa de empezar y se le veía con ganas, tantas que volvió a salir de sus labios la palabra NAMASTE. El saludo yogi, estos días tan de moda, fue el momento elegido para que el letrado de Diego Torres dejara caer su torre blanca, en pro de aniquilar el rey negro. Le recordó a la jueza que Miguel Tejeiro, como abogado, se debía a su secreto profesional y que, por tanto, no podía declarar. Jaque.
Miguel Tejeiro era la pieza clave de la acusación de Manos Limpias. Le levantó del banquillo. Los exsocios pactaron echarle el muerto. Pacto de caballeros, si puede llamarse así. Miguel, el hermano aparentemene más resuelto de todos, no iba a cargar con ello. No gratis. De él estaba previsto que salieran sapos y culebras contra Urdangarin, Torres y, con suerte para Virginia López Negrete, contra la Infanta (insiste la letrada en la teoría de la ignorancia deliberada).
Peeters movió y el Tribunal, sobrepasado, se retiró a deliberar y a consultar con el Colegio de Abogados de Barcelona. La sala de vistas empezó a hervir. Acusaciones por un lado, ojipláticas, y defensas por otro, socarronas. Lo habían cocinado los dueños de esas togas. En esos minutos eternos de receso forzoso, entre las acusaciones primaron las llamadas a colegas de bufete, se rebuscaba entre papeles y, en los teléfonos y ordenadores, artículos de derecho procesal. Jurisprudencia, parecían implorar. Descomposición. Ni los fiscales se olieron la tostada, pero sí la mala fe con la que le echarán en cara a Manuel González Peeters su jugada maestra por tener a Miguel Tejeiro hasta este último momento en ascuas, maquinando en la sombra la caída de su corona.

"Siempre fue una asociación CON ánimo de lucro"
En un principio, podríamos pensar, no funcionó. Al fin y al cabo, las juezas decidieron seguir adelante pero recordándole al testigo que sólo podría declarar "asuntos relacionados con lo patrimonial" como asesor fiscal, dejando a un lado el secreto profesional. ¿Qué límite es ese? Probablemente ni las propias magistradas lo sabían. A lo largo del interrogatorio, Miguel Tejeiro pidió en tres ocasiones ayuda al Tribunal. "Agradecería, por favor, que me dijeran qué puedo y no puedo contestar". Estaba perdido, como todos. Pero Samantha Romero, la magistrada puntillosa hasta el extremo en la formulación de preguntas, le dejó abandonado a su suerte. "Usted sabrá" (porque yo no, pareció transmitir). Y contestó, pero agobiado y coartado en la respuesta. Acogiéndose al secreto profesional en preguntas cruciales como "¿Le pidió Iñaki Urdangarin que le crease una sociedad en el extranjero para poder operar?", que inquirió Horrach. "No puedo contestar", dijo con impotencia Miguel Tejeiro. Desesperación en la acusación, regocijo en la defensa y cabreo en el Tribunal.
A pesar de que lo más jugoso quedó en el terreno del silencio, Tejeiro dejó caer algunos peones. A saber, que Urdangarin y Torres operaban al mismo nivel y venían aprendidos de casa. Urdangarin, de hecho, ya facturaba a través de una sociedad, Namaste, en lugar de hacerlo como persona física. Y así quiso seguir haciéndolo constituyendo Aizoon (y dejando fuera del juego a sus hijos mayores). Tan aprendidos estaban que Tejeiro espetó un "estoy indignado" al ver cómo los dos socios echaban balones fuera sobre los asesores externos. "Los dos -continuó Tejeiro- gestionaban el Instituto Nóos" y, a su vez, por separado, cada uno gestionaba sus sociedades. Definió, como pocos, qué era el Instituto Nóos: "siempre dije que era una asociación con ánimo de lucro".
Más peones. No hubo una supervisión de la Casa Real en las cuentas de Urdangarin y Torres - "nunca hablé con Carlos García Revenga ni con  Federico Rubio"-, pero tampoco se usó a la Infanta Cristina como escudo fiscal. O él no lo propuso, desde luego. Eso afirmó, al tiempo que relató tres encuentros con la hermana del Rey en una notaría de Barcelona.

Han pasado unas horas. La declaración se retoma en apenas 120 minutos y sus señorías han tenido tiempo de revisar el código y replantear estrategias. De lo que les haya dado de sí esta noche dependerá que caiga, definitivamente, el Rey negro o que las blancas pierdan la partida.

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